lo interrupto, lo inhóspito de la flor muerta y no a la vez, porque su rojo sangre no ha de restarle vida, iluminada breve y tenue, compleja e irreversible. el sistema perfecto –que no cuaja- en la pila de libros convenientemente ordenados al azar y ahora se comprende la simetría causal, lo circular, lo necesariamente críptico, el error del silencio, la inteligencia de la flor, una necesidad inexorable y cierto dolor de cabeza que me callo.
foto: 'White chapel', Vladimir Borowicz.
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