26.7.09

No se comprende

*Agrandenlán, gracias
Caben dos posibilidades: que haya una sola persona con mucho tiempo libre entrando una y otra vez, o que...bueno, no se entiende cuál sería la otra.
No es que haya una total vacuidad de contenidos, a veces me porto bien y subo algún que otro fragmento de Bradbury (voy a patentar el chocolate Bradbury y va a ser un éxito total en todas las disquerías del país menos en córdoba y mendoza).
Bueno, una de las metas de mi vida se cumplió.
Escribir algo que alguien lea. No estrictamente con algún fin (como sería escribir un libro), pero no dejo que eso me deprima.


Quedarían un par de tareas por cumplir antes de mi deceso, como ser:
-vivir
-dejar morir
-que córdoba y mendoza entren en las promociones que pasan por televisión
-ponerme en pedo con Bailey's
-sodomizar un cura (esto puede variar con el tiempo, supongo que el frenesí agnostico que me carcome ahora, en mis dulces 19, algún día pasara a la historia, dando lugar al más aberrante y conveniente de los cristianismos)
-recrear la comunidad del anillo en el fondo de casa
-hacer una orgía de cindor, bañarme en cindor y demás sutilezas con cindor
-matar a Morano, la de gramática.
Dos veces.

24.7.09

QUÉ

Me levanté cruzada, al que me habla lo emboco. El gato me soporta como puede, por ahí si le doy una pepa de las que tengo ahora en el escritorio se deja tocar, se pone mansito y prende el ronro, lo cual baja un toque esta sensación de euforia que me deja el no dormir, más café, más tarea acumulada (que es como la pila para planchar, uno nunca sabe cuándo empezó pero sabe que es interminable, que dura más allá de nuestros días, está en otro plano de la realidad empírica y rondando ese universo prácticamente incognoscible de las cosas que no me interesan o me ABURREN).
Eso pasa, estoy aburrida.
Me aburro tan fácil.

18.7.09

.


fui el vicario feliz de un solo instante,
el que a veces encuentra en su saliva
un breve gusto a madreselva
bajo cielos australes.

17.7.09

Una noche o una mañana cualquiera



ni siquiera sé si la tierra existe. ¿y tú?

Yo sí. Soñé con ella esta mañana.

No hay mañanas en el espacio.

Esta noche entonces

Siempre es de noche –dijo Hitchcock suavemente- ¿de qué noche hablas?

Cállate –dijo Clemens irritado-. Déjame en paz.

Hitchcock encendió otro cigarrillo. No le temblaban las manos, pero parecía como si se estremeciese bajo la piel tostada por el sol. Un leve estremecimiento en las manos, y un invisible estremecimiento a lo largo del cuerpo. Los dos hombres, sentados en el piso de la galería de observación, contemplaban las estrellas. Los ojos de Clemens brillaban intensamente, pero los ojos de Hitchcock, ausentes y apagados, no se fijaban en nada.

me desperté a las 5 am –dijo Hitchcock- y me oí gritar: “¿dónde estoy?” y la respuesta fue: “en ninguna parte”. Y dije entonces: “¿dónde he estado?” y respondí “en la Tierra”. “¿qué es la tierra?” me pregunté. “es el lugar donde nací”, me dije. Pero las palabras no tenían sentido, y peor aún. No creo en nada que no pueda ver o tocar. No puedo ver la Tierra, ¿por qué voy a creer que existe? Es mejor así, es mejor no creer.

Allá está la Tierra- apuntó Clemens- Aquel punto luminoso.

Eso no es la Tierra, es el Sol. Desde aquí no se ve la Tierra.

Yo puedo verla, tengo buena memoria.

¡No seas tonto! No es lo mismo –dijo Hitchcock bruscamente, algo enojado-. Quiero decir verla de veras. Siempre ha sido igual. Cuando estoy en Boston, no existe Nueva York. Cuando estoy en Nueva York, no existe Boston. Cuando no veo a alguien durante todo un día, ese hombre no existe. Cuando lo encuentro en la calle, dios mío, es como una resurrección. Casi me pongo a bailar. Me alegra tanto verlo… me acostumbro, sin embargo. Dejo de bailar. Miro solamente. Y cuando el hombre se va, deja de existir, otra vez.

Clemens se rió.

porque tu mente es demasiado primitiva. No puedes asir las cosas. No tienes imaginación, mi viejo Hitchcock. Tienes que aprender a recordar.

¿para qué recordar lo que no me sirve? –dijo Hitchcock, con los ojos muy abiertos, perdido en el espacio-. Soy un hombre práctico. Si la Tierra no está ahí, para que yo pueda pasearme, ¿quieres que me pasee por un recuerdo? Hace daño. Los recuerdos, como decía mi padre, son como puerco espines. Al diablo con ellos. No te acerques. Te lastiman, te arruinan el trabajo. Te hacen llorar.

Ahora mismo me estoy paseando por la Tierra –dijo Clemens, con los ojos cerrados-. ¿qué clase de infancia tuviste, Hitchcock?

Nunca fui joven. Lo que fui o pude ser, está muerto. Volvemos a tus puerco espines, Clemens. Gracias, no quiero que me atraviesen de parte a parte. Siempre pensé que uno muere todos los días, y que los días son como cajones, ¿comprendes?, con su marbete y todo. Y no hay que volver atrás, ni levantar la tapa, pues uno muere un par de miles de veces, y deja un montón de cadáveres, todos con una muerte distinta, y con una expresión cada vez peor. En cada uno de esos días hay un yo diferente, alguien a quien no conoces, o no comprendes, o no quieres comprender.

(…) doce horas más tarde se oyó otra campana de alarma. Cuando los hombres dejaron de correr, el capitán explicó:

Hitchcock se quedó solo unos minutos. Se metió en una escafandra. Abrió una compuerta y se lanzó al espacio…solo.

Clemens echó una mirada a través de los vidrios. Vio una mancha de estrellas y una distante oscuridad

¿está afuera ahora?

Sí, detrás de nosotros. A un millón de kilómetros. Jamás lo encontraremos. Supe que estaba afuera cuando oí su radio en nuestro cuarto de control. Se hablaba a sí mismo.

¿qué decía?

Algo así como: “ya no existe el cohete. Nunca existió. Ni la gente. No hay nadie en todo el universo. Nunca hubo nadie. Ni planetas. Ni estrellas.” Eso decía. Y luego algo acerca de sus pies y de sus piernas y sus manos: “no más manos”, decía. “ya no tengo manos. Nunca las tuve. Ni cuerpo. Nunca lo tuve. Ni boca. Ni cara. Ni cabeza. Nada. Solamente espacio. Solamente abismo.”

Los hombres se volvieron en silencio y observaron las remotas y frías estrellas.

Espacio, pensó Clemens. El espacio que tanto le gustaba a Hitchcock. Espacio, con nada arriba, nada abajo, mucha nada en el centro, y Hitchcock que cae en medio de esa nada, hacia una noche cualquiera, hacia una mañana cualquiera.


(foto: lejos)

7.7.09

'toten clown'

A veces tengo la certeza de que escribo al aire. ahora, por ejemplo. entonces no me duele decir las cosas, no tengo miedo de tener verguenza porque es un soliloquio tranquilo, amable, más conmigo misma que con los demás. pero por alguna razón se escribe, por algo se habla; todavía una parte vieja y cansada se aferra a una idea, a un principio bastante gastado, bastante hipócrita -e inútil, si hablamos en sentido práctico-: se cree que sacando afuera lo que duele, esto desaparece. se esfuma como si no hubiera existido jamás.
y otras veces uno -de nuevo inútilmente- se autoconvence. que esto es pasajero, que la edad. lo estudié en psicología. es normal.
y es ahí donde maldigo la cantidad de cosas que leí en la vida, porque mi adoctrinamiento mental al autocastigo se lo debo a esas cosas. yo creía que me salvaban pero me hundían, y hoy por ejemplo tengo un tic en el ojo. no te rías, me tiembla el párpado izquierdo desde las 10 de la mañana. dormí la siesta. salí a caminar. pero el tic sigue. por momentos se desplazó: del izquierdo pasó al derecho, como queriendo acomodarse de otro modo, poniendo todo su empeño en fastidiarme (convengamos que un ojo no puede valerse de muchas armas para fastidiarlo a uno) pero no. volvió al izquierdo y con más furia que antes.

me está yendo mal en la facultad, pero no como el año pasado. el año pasado aunque sea sabía qué materias cursaba. bueno, no para tanto, pero las voy dejando, me voy 'tirando a chanta' (natalia dixit) y las cosas me pasan, irremediables, por adelante de los ojos con tic y todo.
creo que eso es lo desesperante, no estar nunca jamás de los jamases a la altura de las circunstancias.

estoy leyendo Sobre Héroes y Tumbas y estoy fascinada. no me preguntes cosas de latín, ya me pasó el furor (como siempre) y lo relego, lo aparto y lo único que me afecta al respecto es que nos van a mandar las notas de los parciales por mail, y me da verguenza que mis compañeros -de los cuales hablo con...¿tres? ¿cuatro?- vean un uno acompañando al inamovible (por desgracia) Silvina Rivas.

me quiero ir un rato, aunque vivo yéndome.

1.7.09

Black Venus


(...) Aparecía de un salto en el escenario disfrazada con los hermosos harapos de una gitana para cantar una balada.
era el ocaso del siglo XVIII.
a esta hora, precisamente a esta hora, muy lejos de aquí, en París, en las sobrecogedoras mazmorras de la Bastilla, el viejo Sade se masturba. gruñe, gimotea, gruñe, eyacula sobre el piso de la prisión..., ¡aaaaaah! siembra dientes de dragón. en cada eyaculación arroja un enjambre de hombrecillos perfectamente armados y de mirada frenética. todo está a punto de sucumbir al delirio.
ignorando todo eso, la futura madre de Poe salta al escenario para cantar una balada del Viejo Mundo. tenía el donaire de una bailarina, voz aguda, rizos oscuros, mejillas rosadas, ¡qué linda muchacha! Y ojos con un gesto inocente y conmovedor, que llegaba al corazón.
tenía una voz dulce, susurrante y acariciadora, cualidades excelentes en una mujer.
_

CARACTERÍSTICAS DE LA ILUSIÓN TEATRAL: todo lo que se ve es falso.
piensen en la ilusión teatral, sobre todo en relación con un niño susceptible; seguramente solía caminar tambaleándose hacia el escenario cuando el teatro estaba vacío y el telón bajo, de modo que todo parecía un salón preparado para una sesión de espiritismo, esperando el momento en que los ojos de los observadores crearan el misterio.
allí encontrará, por ejemplo, un telón de fondo con un viejo castillo, ¡un castillo!, de los que aquí no se construyen; un castillo gótico con todos sus elementos, hasta búhos y enredaderas. en las bambalinas han pintado trozos de árboles, Robles voluminosos o algo parecido, todo en dos dimensiones. sombras artificiales se proyectan donde no deben. nada es lo que parece. te tropiezas en un trono dorado o en un potro de tormento que parece perfectamente sólido, denso, inamovible, le das un puntapié de lado y resulta ser de papier machè, liviano como el aire; un niño, tú mismo, podría cogerlo y llevárselo y sentarse encima y ser un rey
o tenderse encima
y sufrir.


(fragmento de El gabinete de Edgar Allan poe, de Angela Carter. Imagen: La Cuna Vacía)