"allí están las ventanas
que te dan un pretexto
para abrir bien los brazos.
asómate al marítimo
bullicio de las calles.
¿no oyes una sirena
que llama desde el puerto?"
O.Girondo
el sol derrama una tristeza aérea
en los aleros de las casas
que ya ennegrecen los deshabitados patios.
alguien dice:
-mundo, rostro, estrella.
y se regocija y abre sus fauces
y apela al acorde conocido a fuerza
de repetirse,
pero, ¿cómo volver el rostro,
si aquí y ahora la tardenoche,
las enredaderas degluten sin pausa (¿las oyes?)
los pisos, los muros, las ciénagas?
este después de hora,
atroz coincidencia que -pudiendo ser otro-
es aquí, es este
(le falta un final al poema;
se niega a concluir
como la niña en la plaza desea -y más que eso-
un infinito tiempo de arena y hamacas).