26.3.13

es que sencillamente sus manos
así, levísimo, imperceptible.
pero qué innecesario preludio,
tú lo hubieras edificado simple,
transparente,
le hubieras construido un templo a las bestias erigido sobre
huesos y llantos
que son míos.

solo un hambre de noche un silencio y
una mano que se ata al silencio de
otra mano que se entromete en
el incendio,
este verde demasiado oscuro.

y ya basta, que despierte entre silencios
y que te cuides de mi nombre.

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