8.4.12

la razón en la noche de ignorancia.

En un libro de texto para la escuela secundaria vi "Las Estatuas" de Imbert; muy borrosamente, quizás a causa del cansancio y el esfuerzo, noté lo siguiente: [...]
Recuerdo de manera fugaz la llamativa brevedad de aquel texto de Imbert.
Vuelvo a mirar la hoja, y [...].
No se me ocurre en ningún momento leer el innecesario fragmento, estoy estancada descifrando por qué razón en un cuento tan corto los genios atómicos del manual decidieron colocar un [...].
Empiezo a enojarme.
Intento disuadirme, quizás algunas palabras de más que no venían a tema y las sacaron, no sé, cosas de las editoriales. Sigue sin sonar coherente. Leo las últimas palabras antes del, ya casi, vomitivo signo: "entre ambos pedestales, huellas de pasos".
A esta altura estoy enfurecida.
Necesito una explicación que justifique sacar pocas palabras de un -lo recuerdo así- hermoso relato. Antes de caer en el desquicio irremediable decido buscar el cuento 'completo'. El fragmento editado en el manual aparece aquí en negrita.

Las estatuas:

En el jardín de Brighton, colegio de señoritas, hay dos estatuas: la de la fundadora y la del profesor más famoso. Cierta noche -todo el colegio, dormido- una estudiante traviesa salió a escondidas de su dormitorio y pintó sobre el suelo, entre ambos pedestales, huellas de pasos: leves pasos de mujer, decididos pasos de hombre que se encuentran en la glorieta y se hacen el amor a la hora de los fantasmas. Después se retiró con el mismo sigilo, regodeándose por adelantado. A esperar que el jardín se llene de gente. ¡Las caras que pondrán! Cuando al día siguiente fue a gozar la broma vio que las huellas habían sido lavadas y restregadas: algo sucias de pintura le quedaron las manos a la estatua de la señorita fundadora.

- - - -

Quizás la escuela, emancipadora y ferozmente igualitaria, tenga en realidad el más pleno derecho de recortar palabras.

En definitiva, qué importancia tiene la historia de la literatura que nos enseña (ella sí) que en una oración puede estar resumida el alma de un personaje, de un espacio, de un mundo, del arte.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta tu forma de verlo.

Obrero metalúrgico dijo...

No es conveniente hacer el amor, aunque sean sombras. La procreación es un mal que se origina en el Antiguo Testamento y, los editores de manuales escolares, en su finita sabiduría, decidieron -porqué no-educar al soberano, desde una mirada no sexual. Tal vez le hicieron un favor al cuento de Imbert y, al sacar una frase lo embellecieron, como reza ese resabio popular: "no aclares que está oscureciendo."

Anónimo dijo...

Los señores que toman decisiones metódicas de que y como enseñar suelen ser el blanco de esa inmortalizacion por la cual los mas hermosos han decidido que el legado de dichos señores es el embrutecimiento de los mas inocentes. La literatura es plasmar la belleza en forma de palabras, eso lo aprendemos por definicion encuadrada en globito resaltado del manual. Pero la belleza que percibimos de dichas palabras esta sujeta a la experimentacion que podamos hacer de ellas en su presentacion plena. Quien condensa en [...] todos los efectos que [...] debia representar nos condena a experimentar a [...] como la literatura vuelta incertidumbre, duda, miedo, sintesis, sujeta a "prescindir de". No se trata de acortar el relato, censurar, editar... Se trata de destruir antes de que se note la existencia de esa censura, porque aquel que entiende es el mas peligroso de todos para aquellos que pueden (en su tormentosa mediocridad) mantener en orden todas esas mentes fecundas que bien alimentadas un dia cortarian sus cabezas en la guillotina.
Se que no hace falta mi nombre en la firma.

Anónimo dijo...

Es mi impresión o la mayoria de nuestros autores, Argentinos por supuesto, son recurrentes en crear cuentos situados en el campo, sobre familias mediocres, atrapados en vidas de mierda y con el brillo en la frente del chivo y la grasitud.

¿Vos que opinas?

S dijo...

Totalmente en desacuerdo con el primer anónimo.
Anónimo II, naturalmente parecería un reduccionismo innecesario, pero siempre creí que el argentino está tan pronto a aferrarse a los símbolos que agarra lo primero que encuentra; el campo, una onda la sencillez de la aldea, lo simple, etc. Sí; por eso siempre me llamó la atención que existan autores (¿los más prestigiosos?) que hagan caso omiso de todo esto y pugnen por todo lo contrario.
Igual, ojo, nuestras raíces en la literatura indefectiblemente tienen que ver con la mediocridad y la llanura; pero creer que la mayoría de nuestros autores reivindicaron eso, bueno, es un problema como creer que el cine argentino solo habla de dictadura (?).
Hablando de lo simbólico, el otro día en una clase de método I cierta pendeja de no más de 19 años hablaba: "yo doy clases en una escuela popular, y no le cantamos a la bandera. ¿Por qué tendría que representarnos a todos esa bandera, si también hay gente de otros países? No debería existir la bandera en las escuelas y tampoco los supuestos héroes".

Bueno, qué problema.

Anónimo dijo...

Anónimo II here

Nunca me decepcionas con tus respuestas Lady S.