Gorriones que alimentan a sus crías. Pasar por un lugar donde juegan niños. Dormir en una habitación donde juegan niños. Dormir en una habitación donde se ha quemado incienso. Advertir que un elegante espejo chino está un poco empañado. Ver a un caballero que detiene su carruaje frente a nuestro portón y ordena a sus servidores que lo anuncien. Lavarse el pelo, acicalarse y ponerse ropas perfumadas. Aunque nadie lo vea, sentimos un íntimo placer.
Es de noche y uno espera una visita. de pronto nos sorprende el sonido de las gotas de lluvia que el viento arroja a las persianas".
(de El libro de la almohada, Sei Shonagon, poetisa del período Heian).
Pienso: esta mujer describió (con más sutileza, dulzura y poesía de las que yo podría aspirar jamás) las mismas cosas que yo describiría hoy (si, por ejemplo, usara mi diario).
Entonces, o soy una cortesana china del año mil, o la vida sigue pasando por los mismos hermosos y perfumados lugares, a pesar de los milenios.