28.8.12
No posteo porque me olvido el nombre del blog.
la diatriba de la costumbre
una cuchara, una taza y un cuchillo
acorde obediente que anuncia
el vacío momentáneo que precede a la mañana
soy en la noche
en el proyecto del Tiempo
un pequeño horizonte escamoteado
distinto en sí mismo a cualquier otro
(el viento en Siberia, la lumbre en la ventana, la tumba del poeta)
entretanto la rutina.
solapada forma de la muerte.
8.4.12
la razón en la noche de ignorancia.
En el jardín de Brighton, colegio de señoritas, hay dos estatuas: la de la fundadora y la del profesor más famoso. Cierta noche -todo el colegio, dormido- una estudiante traviesa salió a escondidas de su dormitorio y pintó sobre el suelo, entre ambos pedestales, huellas de pasos: leves pasos de mujer, decididos pasos de hombre que se encuentran en la glorieta y se hacen el amor a la hora de los fantasmas. Después se retiró con el mismo sigilo, regodeándose por adelantado. A esperar que el jardín se llene de gente. ¡Las caras que pondrán! Cuando al día siguiente fue a gozar la broma vio que las huellas habían sido lavadas y restregadas: algo sucias de pintura le quedaron las manos a la estatua de la señorita fundadora.
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Quizás la escuela, emancipadora y ferozmente igualitaria, tenga en realidad el más pleno derecho de recortar palabras.
En definitiva, qué importancia tiene la historia de la literatura que nos enseña (ella sí) que en una oración puede estar resumida el alma de un personaje, de un espacio, de un mundo, del arte.